«Para escapar del tsunami» (Reseña da Guía en El viejo Topo)
(Reseña de Mario Rosano Alloza publicada no nº 318-319 de El Viejo Topo, xullo-agosto de 2014.)
La autoría de esta Guía no descansa sobre los hombros de una sola persona, sino que ha sido conformada colectivamente por la asociación Véspera de Nada por unha Galiza sen petróleo, fundada en 2008 como reacción ante la inminente amenaza de la crisis del petróleo y sus consecuencias. Como se dice en su página web (http://www.VesperaDeNada.org) esta asociación nace coa intención de tender pontes entre todos aqueles colectivos, iniciativas e persoas que buscan un futuro para a nosa terra nun contexto ben achegado de escaseza enerxética, y más allá: tratan de concienciar a la población gallega para buscar un camino. La Guía fue financiada mediante una campaña de crowdfunding que arrancó en septiembre de 2013. Ha sido apoyada y coeditada por os concellos de Tomiño, Teo y Rianxo y por numerosos colaboradores.
Que estamos en tiempos excepcionales no debiera pasar desapercibido para un observador perspicaz. La crisis —sistémica y no parcial ni temporal— se manifiesta en casi todas las esferas vitales. Escribió Herbert Marcuse hace ya medio siglo que “la unión de una creciente productividad y una creciente destructividad; la inminente amenaza de aniquilación; la capitulación del pensamiento, la esperanza y el temor a las decisiones de los poderes existentes; la preservación de la miseria frente a una riqueza sin precedentes constituyen la más imparcial acusación: incluso si estos elementos no son la raison d’être de esta sociedad sino sólo sus consecuencias, su pomposa racionalidad, que propaga la eficacia y el crecimiento, es en sí misma irracional” (El hombre unidimensional). Estas palabras suenan como recién pronunciadas.
Desde los grandes medios de comunicación, y desde los vacuos y ensimismados discursos políticos apegados al Régimen, se nos intenta hacer creer que hay una vuelta atrás, que tarde o temprano recuperaremos la fantasmal (por no decir inexistente) estabilidad de los tiempos pre-crisis. Nada más lejos de la realidad. El modelo de vida que hemos desarrollado mal que bien durante los últimos dos siglos es sencillamente insostenible. Por hacernos una idea: “entre unha persoa do Paleolítico e outra dun país desenvolvido da actualidade a demanda enerxética tense multiplicado por mil” (pag. 32).
Las sociedades de nuestro tiempo están construidas en torno los combustibles fósiles (muy particularmente el petróleo). Una peculiaridad de estas fuentes de energía es que se trata de recursos finitos, es decir, no renovables, ergo una sociedad que se basa en ellos hasta niveles tan insospechados corre un riesgo serio de desplomarse desde sus fundamentos. La Guía parte precisamente de las consecuencias de este acabamiento (del final del la era del petróleo barato), y considera que esta civilización ha dejado de ser viable.
Hay un hecho ineludible, a saber: hace ya algunos años que alcanzamos el llamado Peak oil (cénit , techo o “pico” del petróleo). Esto implica que cada vez se podrá extraer menos petróleo, con un desajuste creciente entre demanda y oferta a medida que se acumulen las dificultades tecnológicas, económicas y energéticas. Este hecho resulta extraordinariamente preocupante, pues casi todo en nuestro modelo productivo, nuestra sociedad y nuestra vida diaria depende de los hidrocarburos fósiles. No sólo en el evidente terreno de los transportes, sino también en el de la industria petroquímica (que abarca desde los plásticos más cotidianos hasta gran cantidad de medicamentos), en el de la agricultura (que en su faceta industrializada es inseparable de plaguicidas, insecticidas o herbicidas), en el de la industria en general, y en el de la actividad económica en su conjunto. Claro que esto no queda aquí, sino que hay que considerar también el gigantesco entramado de relaciones entre todos estos terrenos (por ejemplo la agricultura industrializada requiere transportes, etc).
Lo queramos o no, hemos de enfrentarnos a una nueva realidad energética: “Cada vez mais informes (de expertos e organizacións independentes e mesmo da Axencia Internacional da Enerxía) apuntan a que en entre 2015 e 2018 poderían comezar os problemas de desabastecimiento da economía mundial” (pag. 50). Ante esta situación se dibujan dos posibles escenarios en el horizonte:
- Un colapso, que vendría caracterizado por los cuatro nuevos jinetes del Apocalipsis: reducción en la disponibilidad de energía, contracción económica, colapso de la sanidad pública y caos político.
- Un descenso energético controlado, que es precisamente por lo que apuesta esta Guía, y que ha de hacerse buscando una mejoran de la realidad social y cultural, mediante el empoderamiento del pueblo. Como dice el investigador británico Stephen Emmott en su 10.000 millones (Anagrama, Barcelona 2013): “Si no somos capaces de salir de ésta por la vía tecnológica, la única solución que nos queda es cambiar nuestro comportamiento, radical y globalmente, a todos los niveles”, y sigue más adelante: “En pocas palabras, tenemos que consumir menos. Mucho menos. Radicalmente menos. Y necesitamos conservar más. Mucho más” (pp 168-169).
El camino hacia el descenso energético ha de encontrar su piedra de toque en el empoderamiento del pueblo. “As mudanzas persoais deberán ser postas en marcha ao tempo que exercemos a nosa presión social sobre os gobernos para que contribúan a mudar o rumo enerxético do conxunto da sociedade” (pag. 17). Hasta dos terceras partes del consumo total de energía puede depender directamente del tipo de vida que llevemos: se trata de reivindicar lo que es nuestro y reconstruir la esfera pública para avanzar desde un modelo centralizado basado en combustibles fósiles a otro descentralizado y autosuficiente basado en energías renovables.
Repitámoslo: el modelo capitalista centralizado basado en el petróleo está muerto. Ahora bien, “abandonar el petróleo antes de que él termine de abandonarnos a nosotros” es algo que implica profundos cambios sociales. Tan profundos que la vida tal como la hemos vivido hasta ahora habrá dejado de tener sentido.
A Guía, que pretende fundarse en la práctica1, desarrolla por extenso una triple respuesta a la pregunta Que facer?, ofreciendo medidas para las esferas personales, familiares y comunitarias por un lado (capítulo 2), para administraciones locales por otro (capítulo 4), y también para las pequeñas empresas (capítulo 3). Las soluciones van a lo concreto (desde lo relativo a la alimentación más cotidiana hasta la redefinición de los espacios verdes por medio de las instituciones) siempre con Galicia como telón de fondo, ya que ella, a juicio de las autoras y autores, reúne una serie de características que la sitúan de por sí en el buen camino hacia a mudanza energética.
En efecto, el cambio energético supone uno sistémico que consistiría en una simplificación de lo social mediante una vuelta si no puramente a lo rural (aunque en declive, podemos suponer que seguirá habiendo ciudades) sí a lo local, pues el transporte motorizado irá convirtiéndose en un privilegio para minorías, si no se interviene desde lo público, debido al más que evidente encarecimiento del petróleo (valga aclarar que el desmoronamiento de la sociedad “detritívora” —Manuel Casal Lodeiro— no afectará a todos por igual). Lo rural y lo local, tan desprestigiados hoy por la propaganda del sistema, cobrarán una importancia central a la hora de construir una nueva sociedad de bajo consumo. La naturaleza será también vital, y habremos de reconstruir y redefinir nuestra relación con ella. De ahí que esta Guía se centre en el caso de Galicia, la cual con sus pequeñas ciudades, sus aldeas, sus rías, sus bosques, sus montes y su relativamente reciente industrialización, está en una posición privilegiada para iniciar a mudanza, en contraposición a otras regiones mucho más grandes o mucho más modernas.
Aparte de estos cambios en las formas de vida (movilidad más reducida y esporádica, vida mucho más local y comunal, vuelta al campo, autosuficiencia con respecto a la dieta, la medicina, etc) que pueden pasar por ser más evidentes, habrá otros de carácter mucho menos explícito pero capaces de crear nuevas posibilidades para la realidad, pues a mudanza ha de tomar dimensiones profundísimas. Si, como dijo Wittgenstein, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, la nueva sociedad de bajo consumo ha de pasar por un cambio en el propio lenguaje para terminar de hacerla efectiva. En otras palabras: la nueva sociedad ha de ser capaz de crear e implantar una nueva cosmovisión totalmente alejada de la actual, que implique nuevos valores éticos e incluso un reencantamiento del mundo (es decir, la creación de nuevos mitos a partir de la destrucción del mito imperante en nuestra sociedad, que es el del progreso y del crecimiento perpetuo). En cualquier caso “a mudanza do entorno debe darse antes ou simultaneamente á mudanza moral e cultural” (pag. 182).
A Guía para o descenso enerxético considera, pues, que la crisis en la que nos vemos sumidos puede ser la ventana para curar de una vez por todas las infectadas heridas del hombre moderno: Esto no es una crisis exclusivamente energética o económica. Es una crisis de civilización cuyas consecuencias avanzan inexorablemente. Este libro es la guía para sobrevivir a ese tsunami, que vemos acercarse cada vez más rapidamente.
Nota 1
Es pertinente mencionar aquí que la mayor parte de la Guía va enfocada hacia la práctica, es decir, los capítulos se dividen en parágrafos que ofrecen soluciones ante los problemas derivados del peak oil situados en un marco específico de descenso energético. Por ejemplo, dentro del apartado “Alimentación”, hay un epígrafe llamado “Alimentar o ganado sen depender do petróleo”. Además, el libro incluye cuatro anexos, uno de los cuales (“Onde ampliar a información”) ofrece una amplia bibliografía (y recursos informáticos) sobre multitud de temas teóricos y prácticos. Por ejemplo: “Referencias útiles para nos prepararmos no terreo da saúde”.
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